La lucha victoriosa de Ruanda contra la epidemia de Marburg: lecciones y perspectivas


Después de 42 días de feroz lucha, el gobierno de Ruanda anunció el fin de la epidemia de Marburgo, un virus similar al Ébola, el 20 de diciembre. Esta epidemia, que comenzó el 27 de septiembre, afectó a 66 personas y provocó 15 muertes. La noticia cierra este oscuro capítulo de la historia sanitaria de Ruanda, con una tasa de mortalidad del 22,7% entre los casos confirmados, una de las más bajas jamás registradas durante una epidemia de Marburgo.

El Dr. Brian Chirombo, representante de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Ruanda, destaca la importancia de aprender de esta terrible experiencia. Mediante una gestión eficaz de los casos y una estrategia proactiva, se redujo significativamente el costo humano y se detuvo la transmisión comunitaria. Este enfoque unificado, basado en la detección rápida, el rastreo de contactos y el aislamiento, ha colocado a Ruanda como referencia regional en la lucha contra Marburg.

Sin embargo, el fin de esta epidemia no significa el fin de la vigilancia. Las autoridades sanitarias advierten del riesgo de nuevos brotes, especialmente en las minas donde los murciélagos, vectores naturales del virus, han transmitido la infección. Para prevenir futuros episodios, se han creado nuevos equipos y estrategias, incluido el seguimiento de los murciélagos utilizando tecnologías de vanguardia.

El ministro de Sanidad, Sabin Nsanzimana, insiste en mejorar los sistemas de detección rápida dentro de las estructuras sanitarias, subrayando que más del 80% de los casos confirmados fueron profesionales sanitarios. Es esencial fortalecer las capacidades de las salas de emergencia y las unidades de cuidados intensivos para anticipar y tratar mejor posibles crisis futuras.

En conclusión, el cierre de la epidemia de Marburgo en Ruanda marca una victoria, pero también un recordatorio de la necesidad de permanecer vigilantes y preparados frente a las amenazas a la salud. La experiencia adquirida durante esta crisis debe utilizarse para fortalecer los sistemas de prevención y respuesta, con el fin de garantizar la seguridad y la salud de la población ruandesa.

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