La música, arte universal y fuente inagotable de inspiración, encuentra un eco singular y poderoso en las tumultuosas calles de Puerto Príncipe, Haití. A pesar de la violencia que azota al país, la música sigue siendo un refugio, una puerta abierta a la esperanza para los niños de la única escuela de música de la capital.
En este contexto de incertidumbre y peligro omnipresente, los estudiantes de la Ecole Soleil d’Espoir demuestran una determinación y una pasión notables. Mientras cientos de escuelas en todo el país han tenido que cerrar debido a los enfrentamientos y la falta de financiación, esta escuela de música sigue atrayendo a jóvenes talentos.
Gracias al apoyo de una ONG, la escuela pudo adaptarse a circunstancias difíciles y comenzó a enseñar música a niños en refugios improvisados. Entre ellos se encuentra Yvenson Jeantille, un joven aspirante a músico que viaja un largo camino cada semana para asistir a clases.
A pesar de la violencia ambiental y el clima de inseguridad, Yvenson sigue decidido a perseguir su sueño de convertirse en músico profesional. Para él, la música es una salida, una forma de trascender las oscuras realidades que lo rodean.
Kevin Marc Duverseau, uno de los profesores de la escuela, destaca la importancia de la música en la vida de los niños. Para él, la música ayuda a canalizar frustraciones y emociones negativas, al tiempo que proporciona un espacio único para la expresión artística.
A pesar de los desafíos y obstáculos, la École Soleil d’Espoir sigue siendo un faro de luz en un país plagado de oscuridad. Al brindarles a los niños la oportunidad de soñar con un futuro mejor a través de la música, ella encarna la esperanza y la resiliencia de una comunidad que enfrenta la adversidad.
En estos tiempos de agitación, la música demuestra ser un lenguaje universal que trasciende fronteras y barreras, ofreciendo a los jóvenes talentos de Haití una voz e identidad singulares en un mundo en perpetuo movimiento.