Fatshimetria
Vivimos en una era de contradicciones: mientras el mundo de la música rock parece estar perdiendo su llama, los hermanos Gallagher de Oasis siguen dando espectáculo lanzándose insultos en las redes sociales. Su rivalidad pública crea un espectáculo entretenido, pero a veces uno no puede evitar estremecerse ante la idea de volver a los clásicos musicales eternos.
Si comparamos a los autores con las estrellas del rock, los libros pueden considerarse canciones o incluso álbumes. Desafortunadamente, la triste realidad es que quedan pocas estrellas de rock a las que admirar, excepto los hermanos Gallagher. Sin embargo, si podemos conceder el título de «estrella de rock» a determinados creativos en activo, sería más bien a esos famosos chefs de temperamento rebelde que han ganado popularidad en los últimos años.
En este contexto, a veces resulta reconfortante recordar los viejos éxitos que marcaron nuestro pasado. Aunque habitualmente el estimado equipo de la revista Fatshimetrie reserva este espacio para nuevas publicaciones, hoy os invito a descubrir un trabajo más antiguo que merece ser redescubierto por un mayor número de personas.
En 1996, durante mi primer año de universidad en la Universidad del Estado Libre de Orange, me sorprendió la grandeza de la Biblioteca Sasol. Tenía acceso a siete pisos de libros que ofrecían una riqueza cultural incomparable. Como disponía de tiempo libre, me sumergí en numerosas lecturas, buscando enriquecerme con conocimientos y descubrimientos literarios.
Fue por esta época cuando descubrí la novela “Blood Music” de Greg Bear. Publicado en 1985, este libro presenta al biotecnólogo renegado Vergil Ulam, quien logra transformar los glóbulos blancos en proto-simples computadoras, proporcionando así a las células un nivel de inteligencia que recuerda al de los monos rhesus.
La trama se desarrolla cuando sus empleadores obligan a Ulam a destruir su trabajo innovador, por temor a las implicaciones de estas nanocomputadoras revolucionarias. Negándose a que su trabajo sea destruido, Ulam inyecta una porción de los noocitos, sus células modificadas, en su propio cuerpo.
Las consecuencias de este experimento son asombrosas: los noocitos evolucionan rápidamente, mejorando espectacularmente la salud y el rendimiento de Ulam. Pero esta inteligencia artificial resulta ser un arma de doble filo, ya que los noocitos modifican su entorno para adaptarse a sus necesidades, hasta el punto de amenazar la existencia misma de Ulam.
El trabajo de Bear explora temas profundos como la evolución, la tecnología y los límites éticos de la ciencia. Con delicadeza narrativa, el autor describe un universo fascinante donde la innovación conduce a una transformación radical, poniendo en duda la naturaleza misma de la humanidad..
Así, “Blood Music” se erige como un clásico de la ciencia ficción, una historia poderosa y relevante que todavía resuena con fuerza hoy en día. En estos tiempos inciertos, cuando la tecnología está dando forma a nuestro futuro, esta obra visionaria resuena como una advertencia sobre los peligros de jugar con los límites de la inteligencia artificial.
En conclusión, la literatura de ciencia ficción como la de Greg Bear nutre nuestro pensamiento y estimula nuestra imaginación, invitándonos a explorar las complejas ramificaciones de nuestros avances tecnológicos. Mientras el mundo avanza a un ritmo rápido, las historias atemporales de “Blood Music” continúan fascinando y desafiándonos, recordándonos que las cuestiones éticas y morales planteadas por la ciencia ficción siguen siendo más relevantes que nunca.