La magia de Kaléta: tradición navideña y festividades en Benin


Fatshimetria

En el centro de las tradicionales celebraciones navideñas en Benín se encuentra una práctica ancestral que llena las calles de Cotonú cada año: la Kaléta. Este ritual, a caballo entre el entretenimiento y la búsqueda de dinero, reúne a niños disfrazados y enmascarados que deambulan felices por las arterias de la ciudad, marcando su recorrido con canciones y bailes salvajes. Es un espectáculo colorido y festivo que cautiva a los transeúntes y despierta la curiosidad de los visitantes.

Kaléta, además de ser una tradición artística, tiene una importante dimensión económica para estos jóvenes participantes. De hecho, mientras deambulan, solicitan la generosidad de los transeúntes que no dudan en ofrecerles algunas monedas a cambio de su servicio. Esta práctica forma parte de una dinámica de intercambio y solidaridad propia del período festivo de fin de año, donde la comunidad se reúne para celebrar con alegría y buen humor.

La magia de Kaléta también reside en la creatividad que muestran los niños al confeccionar sus disfraces y máscaras. Cada año, estos jóvenes artistas en ciernes compiten en ingenio para presentar trajes originales y accesorios espectaculares, demostrando así su apego a este patrimonio cultural transmitido de generación en generación.

Esta tradición de Kaléta es mucho más que un simple espectáculo callejero: es un ritual vivo, una forma para que los niños se expresen, para resaltar su talento y su alegría de vivir. Es también una oportunidad para que los espectadores se sumerjan en el corazón de la cultura beninesa, descubran su riqueza y diversidad y participen en un momento único de convivencia.

Durante estas fiestas, Kaléta simboliza el espíritu de compartir, ayuda mutua y celebración que impulsa a la sociedad beninesa. Es un evento imperdible, donde se combinan tradiciones, creatividad y solidaridad, para la mayor felicidad de todos. Porque más allá del aspecto festivo, Kaléta encarna la vivacidad y la vitalidad de una cultura rica y abundante, lista para florecer y transmitirse a las generaciones futuras. Una invitación al descubrimiento, al asombro y a la celebración, que resuena en el corazón de cada participante y espectador, reavivando así la llama de la tradición y la alegría compartida.

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