**Seguridad en el campo: un delicado equilibrio entre agricultura e inseguridad en Beni, Kivu del Norte**
En el contexto tumultuoso y complejo de Kivu del Norte, la seguridad alimentaria se pone a prueba. La reciente alerta de la sociedad civil del distrito de Ngadi, llamando a la vigilancia de los agricultores de la localidad de Mayangose, ilustra un fenómeno que va mucho más allá de la simple cuestión de la producción agrícola. Esta cuestión no sólo interesa a los actores locales sino que también exige una reflexión más profunda sobre la interacción entre la seguridad, la agricultura y la dinámica social en las zonas rurales.
**Una realidad marcada por la violencia**
La región de Beni es tristemente conocida por su precaria situación de seguridad, agravada por las incursiones regulares de grupos armados, en particular los rebeldes de las ADF. Este grupo, uno de los más temibles de la región, ha establecido desde hace tiempo un régimen de terror que se extiende más allá de los límites de la violencia física para incluir consecuencias socioeconómicas devastadoras. Ataques como el ocurrido en la aldea de Kipeyayo no son acontecimientos aislados, sino una serie de crisis que socavan los cimientos mismos del tejido social.
El presidente de la sociedad civil de la zona, Stephan Mbakama, hizo recomendaciones cruciales sobre el respeto de los horarios de desplazamientos a los campos. Este respeto a los horarios de entrada a las 6 de la mañana y de regreso a las 3 de la tarde no es innecesariamente simbólico. Representa un intento desesperado por preservar lo que aún se puede preservar en una región donde la vida cotidiana está en peligro. A primera vista, esto podría parecer una simple directiva de seguridad, pero en realidad es un reflejo de los desafíos más amplios que enfrentan los residentes de esta localidad.
**La agricultura: pilar de supervivencia y vector de resiliencia**
La agricultura sigue siendo una de las piedras angulares de la supervivencia en esta región. Aproximadamente el 80% de la población de Beni depende de la agricultura para su sustento. La necesidad de garantizar la seguridad de los agricultores no se limita a un marco de reaseguro; Se trata de una cuestión crucial para la supervivencia de miles de familias. La reducción de las cosechas debido a los conflictos conduce a un aumento directo de la pobreza y la desnutrición. Los conflictos en curso en la República Democrática del Congo podrían provocar un aumento del 30% en la inseguridad alimentaria en las zonas afectadas para 2020, según un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). 2025 si no se toman medidas para estabilizar la situación.
Además, los horarios impuestos por las autoridades, aunque parezcan restrictivos, son una solución pragmática para minimizar los riesgos de violencia.. En otras regiones afectadas por conflictos similares, como ciertas provincias de Malí o Burkina Faso, se han aplicado a menudo estrategias similares, con resultados dispares. Sin embargo, revelan la importancia de la coordinación comunitaria y de respuestas adaptadas a los contextos locales.
**Una movilización ciudadana imprescindible**
El llamamiento de Stephan Mbakama también pone de relieve el imperativo de aumentar la movilización ciudadana. En un contexto en el que la confianza en las autoridades se ve a veces sacudida por fallos en la seguridad pública, la sociedad civil desempeña un papel crucial. La vigilancia colectiva, combinada con iniciativas como la capacitación en seguridad, podría fortalecer la resiliencia de la comunidad. Al integrar con éxito los valores de la solidaridad y la cooperación, las poblaciones pueden prepararse no sólo para sobrevivir a las crisis, sino también para transformar estos desafíos en oportunidades.
**Hacia un futuro incierto pero esperanzador**
En esta crisis, es esencial adoptar una visión a largo plazo que no limite la agricultura a una simple cuestión de supervivencia diaria. Promover sistemas agrícolas sostenibles y resilientes, adaptados a los vaivenes de la inseguridad, debe convertirse en una prioridad. Estos sistemas no sólo pueden alimentar a la población, sino también fortalecer la economía local, reducir la desigualdad y mejorar la seguridad general.
En conclusión, el llamado a la vigilancia lanzado en Beni es sólo una faceta de una realidad compleja. El destino de los campesinos mayangoses está vinculado a dinámicas más amplias que involucran todo un proceso de evaluación de la capacidad de las comunidades para organizarse frente a la violencia. Basándose en este análisis, Fatshimetrie se compromete a seguir la evolución de la situación y a amplificar las voces que piden una paz duradera y soluciones duraderas para los más afectados por la inseguridad.