**RDC: Una reflexión sobre el legado de Lumumba y Kabila y la reconstrucción del Estado**
El Congo, tierra rica en recursos naturales y diversidad cultural, se encuentra hoy en el centro de una tormenta socioeconómica y de seguridad. Los recientes comentarios de Thomas Luhaka Losendjola, historiador y apasionado de las cuestiones congoleñas, resuenan como un llamado a la reflexión. Según él, si la República Democrática del Congo (RDC) hubiera integrado las ideas emancipadoras de Patrice-Emery Lumumba y Laurent-Désiré Kabila en su gobierno, las crisis actuales podrían aliviarse o incluso erradicarse. Pero ¿qué implica realmente esta afirmación?
Lumumba y Kabila, cada uno en su época, encarnaron un ideal de soberanía y de lucha contra el colonialismo, tanto interno como externo. Lumumba, símbolo de la descolonización, denunció la injerencia extranjera y abogó por una auténtica libertad para el pueblo congoleño. Kabila, por su parte, ha hecho hincapié en la reconstrucción del Estado y la construcción de la nación, aunque a veces de una manera brutal. Su legado no debería simplemente envolverse en nostalgia romántica, sino que debería examinarse a la luz de los desafíos contemporáneos.
Construir sobre bases sólidas: el Estado congoleño como prioridad
Luhaka señala con razón que la autoridad del Estado congoleño es fundamental para el restablecimiento de la paz y la prosperidad en la República Democrática del Congo. La fragilidad institucional del país, agravada por décadas de conflicto y mal gobierno, ha llevado al desmoronamiento de las estructuras estatales. Las estadísticas revelan que sólo el 30% de la población tiene confianza real en sus instituciones, según una encuesta realizada en 2022. Esta falta de confianza se traduce en una incapacidad para movilizar recursos y conduce a una desindicalización que diluye el sentimiento nacional.
La reconstrucción del Estado debe pasar por tanto por una revisión de las prácticas de gobernanza, una descentralización efectiva y un fortalecimiento de los sistemas judicial y administrativo. Es imperativo establecer una relación de confianza entre los gobernantes y el pueblo. Vale la pena señalar que países como Ruanda, después de sufrir un genocidio, han logrado construir una nación en torno a una visión común. Esto no se logró sin dolor, pero se basa en un fuerte consenso nacional y en el deseo de incluir todas las voces.
**La cuestión nacional y el poder popular**
Otro punto que menciona Luhaka se refiere al sentimiento nacional. La República Democrática del Congo, con sus más de 200 grupos étnicos y 450 lenguas, es un auténtico crisol de culturas. Sin embargo, este mosaico se considera a menudo como fuente de división. La visión de Lumumba y Kabila de un país unido, donde las diferencias se celebren en lugar de estigmatizarse, sigue siendo tan relevante como siempre.
La noción de patriotismo congoleño debe reinventarse para que sea inclusiva. El pueblo congoleño debe poder identificarse con una nación que le ofrezca oportunidades verdaderamente iguales. Las disparidades económicas entre provincias, exacerbadas por la minería depredadora, sabotean los esfuerzos de cohesión y alimentan un sentimiento de injusticia.
**Lecciones del pasado para un futuro prometedor**
Mirando atrás, es fundamental reconocer que los fracasos históricos de la gobernanza y la democracia en la República Democrática del Congo no son sólo resultado de un liderazgo deficiente, sino también de influencias externas que a menudo han moldeado el destino del país. Los jóvenes congoleños, que representan casi el 70% de la población, deben ser considerados como agentes de cambio. Ella sabe sacar fuerza del legado de Lumumba y Kabila mientras busca un futuro donde la voz del pueblo prevalezca sobre los intereses de las élites.
No se trata simplemente de una conmemoración de sus asesinatos del 16 y 17 de enero, sino de una celebración de un ideal que sigue inspirando a generaciones. Los jóvenes congoleños deben vincular su lucha actual por la justicia social y los derechos humanos con los ideales que defendieron estos líderes. El renacimiento del Estado congoleño no podrá lograrse sin una movilización popular que revise las prioridades económicas, sociales y ambientales de la República Democrática del Congo.
**Hacia un Congo reconciliado y próspero**
Por lo tanto, la explicación de Thomas Luhaka no debe quedarse en una observación pesimista de las dificultades congoleñas, sino que debe ser el punto de partida de una nueva dinámica. Más allá de las crisis de seguridad, ésta es una oportunidad histórica para que la República Democrática del Congo reforme sus cimientos. Tomar la antorcha de los valores llevados por Lumumba y Kabila significa comprometerse en una lucha por el Estado de derecho, la democracia participativa y la justicia social que reúna todas las luchas y aspiraciones en torno a una misma nación.
En última instancia, no existe una fórmula mágica para construir lo que estos líderes soñaron. Sin embargo, la voluntad de aprender de la historia y honrar a estas figuras emblemáticas mediante acciones concretas puede convertirse en la base de una nueva RDC, dispuesta a afrontar el futuro con audacia y solidaridad.