** Inteligencia artificial en el corazón de la reforma de la administración pública: una ecuación arriesgada **
**Introducción**
La reciente iniciativa de Elon Musk, a través de su equipo del Departamento de Eficiencia del Gobierno (DOGE), para integrar la inteligencia artificial en el costo de reducir el gobierno federal, sus preocupaciones mucho mayores que las vinculadas a la simple racionalización administrativa. Si bien el mundo está observando con los avances tecnológicos de fascinación, surge la pregunta: ¿pueden los sistemas de IA realmente servir un objetivo delicado y potencialmente peligroso como la reducción del personal del gobierno sin sacrificar la ética, la seguridad y la calidad de los servicios públicos?
** Un enfoque disruptivo: el riesgo de una estrategia «cortar primero, luego reformar» ** **
La analogía con la reanudación de Twitter de Musk es relevante. Los ahorros rápidos en detrimento de la base estructural de una organización, ya sean privadas o públicas, a menudo son sinónimos de trastorno a largo plazo. Esto no es nuevo en el mundo de los negocios. Según un estudio realizado por Harvard Business Review, casi el 70 % de los esfuerzos de transformación organizacional fallan, a menudo debido a una visión a corto plazo.
La situación actual dentro de la administración estadounidense recuerda estas fallas, pero en una escala más amplia, donde las decisiones basadas en algoritmos pueden tener repercusiones sobre la seguridad de los ciudadanos y el acceso a los servicios. De hecho, dicha estrategia puede conducir a pérdidas irreparables, especialmente cuando considera que algunas de las publicaciones afectadas por estos recortes podrían ser cruciales para mantener ciertas seguridad pública y mecanismos de bienestar.
** El dilema ético de la IA en el sector público **
David Evan Harris, investigador de IA, destaca el riesgo inherente al uso de sistemas de IA para tomar decisiones de empleo. Aunque la IA puede procesar grandes cantidades de datos de manera efectiva, se basa en algoritmos a menudo desarrollados sin una comprensión completa de los tonos contextuales. Cuando vives en una sociedad tan diversa y compleja como la de los Estados Unidos, estos matices son cruciales.
Un estudio de la Institución Brookings sobre el impacto de la automatización indica que los grupos de bajos ingresos, y particularmente las minorías, son a menudo las más vulnerables a las pérdidas causadas por la IA. Estas consideraciones plantean la pregunta: ¿puede la IA ser una fuerza para el bien en un contexto gubernamental, o está condenado a reproducir y amplificar los sesgos que ya existen en la sociedad?
** La insuficiencia de los objetivos de Dogs con la realidad administrativa **
Otro aspecto crucial a considerar es la posible insuficiencia entre los objetivos ambiciosos que muestran el dux y la complicada realidad de las administraciones públicas. El objetivo de reducir el déficit presupuestario en $ 1 billón es ciertamente atractivo en el papel, pero no tiene en cuenta las ramificaciones a largo plazo.
Los datos de la Oficina de Gestión y Presupuesto muestran que una reducción de presupuesto brutal puede causar aumentos de costos en otros lugares, en particular al aumentar el uso de servicios privados para llenar los vacíos o generar ineficacia operativa. Las consecuencias podrían extenderse mucho más allá de los ahorros iniciales, incluidos los aumentos de costos para los beneficiarios y el servicio público debilitado.
** Un futuro incierto: la reacción de los empleados y la población **
La reciente renuncia de 21 empleados de los Servicios Digitales de los Estados Unidos (USDS) en protesta contra el uso de métodos que consideran contrarios a la ética, ilustra una fractura en la cultura organizacional. El deseo de mantener servicios públicos de calidad y proteger los datos de los ciudadanos se enfrenta al ardor de los recortes presupuestarios. Esto nos lleva a cuestionar la percepción pública: ¿hasta dónde puede llegar el gobierno en su búsqueda de eficiencia sin perder la confianza de sus ciudadanos?
Variados comentarios sobre las redes sociales, como los que dejan Musk en X, entre otros, destacan una divergencia de opiniones que podrían revelar un cambio en las mentalidades hacia la gobernanza. Mientras que algunos ven la IA como una panacea, otros temen que se convierta en una herramienta de opresión.
**Conclusión**
En un momento en que la inteligencia artificial está comenzando a infiltrarse en cada faceta de nuestras vidas, su uso en el contexto del gobierno despierta más preguntas de las que proporciona. Entre las ambiciones de reducir los costos de almizcle y las consecuencias catastróficas de los algoritmos, se está llevando a cabo un debate claramente necesario sobre la forma en que el estado debe diseñar herramientas tecnológicas.
Algunos expertos defienden la regulación más estricta del uso de la IA en las decisiones gubernamentales, ofreciendo la implementación de comités éticos para supervisar estas transiciones. Al final, la pregunta que queda planteada es la responsabilidad, que, en una administración pública, es responsable de garantizar que la innovación no daña a la compañía a la que se supone que debe servir.
Por lo tanto, el desafío para los fabricantes de decisiones de hoy será encontrar un equilibrio entre la modernización y la humanidad, la innovación y la responsabilidad cívica. ¿Se escribirá el futuro en la encrucijada de estos caminos, o veremos una sociedad donde la IA determina el destino de millones solo, lo que resulta en una disminución en los valores democráticos que siempre deben tener prioridad? El debate recién comienza.