** Hacia la autonomía farmacéutica en África: la necesidad de fortalecer local frente a los trastornos geopolíticos **
Las noticias mundiales, marcadas por la agitación política y las decisiones unilaterales, recuerda cruelmente la realidad de una confrontación de intereses donde los más vulnerables a menudo son las primeras víctimas. La metáfora del proverbio Kikuyu: «Cuando los elefantes luchan, es la hierba que sufre», refleja perfectamente la dinámica actual. En el corazón de este tormento, la cuestión de la producción farmacéutica local en África plantea un problema fundamental: ¿cómo podría la diversificación de la cadena de suministro convertirse en una estrategia para construir un sistema de salud más resistente en el continente?
El reciente debate sobre la protección de los programas de ayuda extranjera, ilustrado por la guerra entre la administración Trump y la agencia USAID, subraya la fragilidad de un modelo basado en el apoyo externo. Históricamente, iniciativas como el plan de emergencia del presidente de los Estados Unidos para la lucha contra el SIDA (PEPFAR) han tenido un impacto positivo en la lucha contra el VIH/SIDA en África. Sin embargo, este modelo debe reconsiderarse desde el ángulo de los desafíos estructurales que causa. De hecho, estas dependencias hacen que países como Sudáfrica sean vulnerables a los caprichos de las políticas internacionales.
Sin embargo, una mirada alternativa nos cuenta sobre la posibilidad de una inversión masiva en la capacidad de producción farmacéutica local, una iniciativa esencial para construir un futuro de salud sostenible. Por ejemplo, el sector farmacéutico en África representa solo alrededor del 1% de la producción mundial, mientras que la demanda interna continúa creciendo. Al desarrollar la infraestructura necesaria y la promoción de la transferencia de tecnología, África podría lograr ahorros considerables al tiempo que crea empleos y fortalece su soberanía de la salud.
Un estudio realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha demostrado que el 60% de los medicamentos utilizados en África subsahariana provienen de la importación. Esta figura alarmante resalta un riesgo de concentración: en caso de interrupción de las cadenas de suministro mundiales, miles de vidas podrían verse en peligro. Las crisis económicas y de salud recientes han demostrado que la capacidad de producción local puede reducir la vulnerabilidad a las crisis globales y promover la innovación local.
También se podría preguntar sobre las oportunidades ofrecidas por los acuerdos continentales de libre comercio, como el Acuerdo de Libre Comercio Continental Africano (ZLECAF), cuyo objetivo es estimular el comercio intrafricano y promover la colaboración entre las naciones. Este marco puede permitir a los estados colaborar para desarrollar estándares de calidad, sistemas regulatorios armonizados y capacitación especializada, al tiempo que facilita el intercambio de recursos y conocimientos. La creación de consorcios nacionales podría, además, promover la producción conjunta, reducir considerablemente la dependencia de las importaciones.
Finalmente, al integrar modelos de financiamiento innovadores, como los fondos de investigación e innovación, los gobiernos africanos podrían fomentar el desarrollo de medicamentos adaptados a las necesidades regionales. Además, este enfoque podría atraer inversores privados y crear sinergias con establecimientos académicos para energizar la investigación local.
En conclusión, el camino hacia la autonomía farmacéutica en África no es solo una cuestión de política exterior, sino una oportunidad estratégica para profundizar la resiliencia continental frente a las crisis globales. Al invertir en la producción local mientras se diversifica las cadenas de suministro, África tiene la oportunidad no solo de proteger a su población, sino también de posicionarse como un jugador clave en el mundo de la salud. Es solo actuando con anticipación y con las asociaciones correctas que el continente realmente podrá convertir la página de «estudiantes del imperativo externo» a la de «arquitectos de su propio destino».
Es imperativo que los líderes africanos, apoyados por sus poblaciones, dan nuevas dinámicas a la industria farmacéutica. Al desarrollar soluciones locales y sostenibles, no se contentarán con mejorar la salud pública, pero también contribuirán a una visión de un continente autónomo, capaz de navegar en un mundo en constante cambio.