En un momento en que los líderes políticos sudafricanos se encuentran alrededor de la mesa, el olor a café se está infiltrando entre los folletos, los teléfonos vibrantes y los ojos intercambiados. El ANC, en busca del renacimiento y la eficiencia, parece más preocupado por sus alianzas que por su base electoral, y aquí es donde se encuentra toda la tensión de la situación actual. Sin embargo, la pregunta que quema los labios no es tanto la del diálogo, sino más bien la de las intenciones reales detrás de estas invitaciones para «hablar»: ¿quién habla, y para quién?
El miércoles en cuestión, el Comité de Trabajo Nacional del ANC (NWC) abrió las puertas de sus reuniones a otros partidos, mientras que la oposición, representada por el DA, luchó por hacer una respuesta. Aquí se ilustra una contradicción descarada: ¿qué significa realmente cuando la fiesta en su lugar invita a su principal rival a discutir? ¿Es un acto de buena voluntad o una maniobra desesperada para dividir una oposición ya fragmentada?
Tómese un momento para considerar la posición del DA en este panorama político conmovedor. Si bien la Federación DA ha convocado una reunión de emergencia para considerar una respuesta a los avances del ANC, la realidad es que no es tanto la invitación es significativa, sino el miedo velado de estar atrapado. Independientemente de los discursos sobre la necesidad de la unidad y el consenso, el DA debe preguntarse si se sentará alrededor de la mesa a su favor o, por el contrario, podría costarle crédito con un electorado cansado por las promesas no mantenidas.
¿Y el ANC? Al invitar al DA, el ANC puede intentar mostrar una imagen de regeneración y apertura, pero esta estrategia suena un poco falsa. Recordemos que en 2017, la fiesta ya había imaginado una visión radiante de la «africana» donde la coalición y la asociación eran la consigna, antes de que se invitara a la decepción a las festividades. En un momento en que la corrupción y la ineficacia están en boca de todos, estas maniobras parecen, para muchos, ser solo una fachada. Detrás del deseo de diálogo, ¿qué se esconde realmente: una apelación al acuerdo o un intento desesperado de supervivencia?
¿La dicotomía entre la apariencia de una democracia vibrante y las realidades de un marco político desgastado destaca una pregunta aún más urgente: a quién se beneficia realmente esta reunión? Los cuerpos políticos en su lugar, desde ANC hasta DA, parecen evolucionar en un espacio cerrado, cortados del sufrimiento diario de los ciudadanos. Las discusiones pueden conducir a compromisos, por supuesto, pero no deben hacernos olvidar la angustia de una gente que analiza los horizontes en busca de soluciones reales.
Básicamente, estos diálogos efímeros no deberían ocultar el hecho de que la verdadera pregunta es siempre la misma: ¿quién sostiene las riendas de esta conversación? La promesa de un espacio de intercambio simbiótico a menudo se olvida a favor de un juego de poder donde los más sabios son los más formidables. Si bien las reuniones se están organizando y las palabras vuelan, es esencial permanecer atento. Todo esto, a primera vista, solo podría ser un baile bien coreografiado, donde los problemas reales a menudo se dejan a la puerta.
Una vez que las formalidades de discordia han dado paso a la realidad de las consecuencias, será demasiado tarde para cuestionar las intenciones reales detrás de estas discusiones. La política es la efervescencia perpetua, pero no olvidemos que detrás de los consignas y promesas, siempre están la gente. Y este último todavía está esperando el cambio.