El movimiento cultural anti -racista toma forma en los distritos populares de Río de Janeiro gracias a las innovadoras iniciativas educativas.


En los distritos de clase que trabajan de los suburbios del norte de Río de Janeiro, surge un nuevo fenómeno cultural en un contexto donde las desigualdades raciales han persistido durante siglos. Dentro de la escuela Yuri Gagarin, los niños de todos los colores se unen para cantar gusanos que celebran su diversidad, gracias a la iniciativa de Allan Pevirguladez. Este profesor y artista, a través de la popular música brasileña anti -racista de música (MPBIA), ofrece a los jóvenes una plataforma para reflexionar sobre su identidad en un entorno donde los estigmas históricos son omnipresentes.

La actuación de Allan, orquestada en lluvia vertida, ilustra una profunda necesidad de reinscripción cultural en nuevas generaciones. En una sociedad marcada por siglos de esclavitud y exclusión sistemática, los niños brasileños, a menudo confrontados con los estereotipos étnicos, expresan su orgullo de una manera alegre y juguetona. Este proyecto va más allá de la simple distracción: tiene como objetivo integrar discursos anti -racistas en la educación desde una edad temprana, un objetivo que parece cada vez más esencial.

A través de este éxito, se avecina una pregunta más amplia: ¿cómo puede abordar la sociedad brasileña la cuestión del racismo sistémico en la educación? Los testimonios de Luciano Braga, otro maestro involucrado en la enseñanza de la historia afro-braziliana, destacan un gran desafío. A pesar de la adopción de una ley en 2003, que hizo que la enseñanza de la historia y la cultura afro-brazila sean obligatorias, los resultados siguen siendo limitados. Las escuelas están equipadas de manera desigual para implementar estos cambios, dejando muchas preguntas sin respuesta para maestros y estudiantes.

Luciano, quien observó las consecuencias de su ausencia en clase, le llevó a crear un manual sobre la historia de los afro-brazilianos, enfatizando así la falta de herramientas educativas adaptadas. Su observación, que los estudiantes eligen tomar forma con los rasgos europeos a pesar de su patrimonio cultural, refleja un problema de autoepresentación anclada en la historia: la mayoría de las referencias artísticas y culturales que circulan aún son en gran parte occidentales. Para Luciano, la ausencia de diversos modelos en el sistema educativo no solo ocurre parte de la historia; Da forma a la autopercepción en millones de jóvenes.

Esta situación plantea un debate crucial: ¿cómo garantizar el acceso equitativo a historias históricas y culturales multinaturales, que reflejan la riqueza de la nación brasileña? Los resultados de una encuesta de 2024, según la cual solo el 29 % de las escuelas públicas enseñan un programa sobre historia negra, dan a la necesidad de cumplir con las disposiciones legales. Esto subraya la necesidad de un compromiso solemne y sostenible de las autoridades públicas y maestros para promover una educación inclusiva.

Los movimientos como el iniciado por Allan y la continuidad del trabajo de Luciano ilustran los esfuerzos para revertir esta tendencia. Parece esencial que la comunidad educativa, las familias e instituciones colaboren para desarrollar recursos educativos que reflejen la diversidad y la verdadera historia de Brasil.

Los niños que cantan bajo la lluvia en la escuela Yuri Gagarin no solo defienden una canción; Expresan una identidad, una cultura y un deseo de reconocimiento. Es de esperar que esta dinámica pueda fomentar conversaciones más profundas sobre el racismo y la diversidad dentro de las escuelas, para que cada niño pueda ver, no solo su color de la piel, sino también su cultura, personalidad e historia, celebrados dentro de su viaje educativo.

¿A qué futuro dirigimos estas mentes jóvenes? La educación, como subraya la iniciativa de Allan, puede desempeñar un papel clave en la lucha contra los prejuicios. Al educar desde una edad temprana para la aceptación y el auto -premio, las nuevas generaciones podrán construir una sociedad más justa y equitativa. Es un proceso que requiere el apoyo de todos los actores de la sociedad, para que todos puedan reconocerse en esta gran historia que es la historia de Brasil.

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