La iniciativa de paz de las iglesias católicas y protestantes en la RDC despierta preocupaciones sobre su legitimidad y su inclusión.

La reciente iniciativa de la Conferencia Nacional Episcopal del Congo (CENCO) y la Iglesia de Cristo en el Congo (ECC) destinada a establecer un pacto social para la paz en la República Democrática del Congo (RDC) ha despertado debates dentro de las sociedades civiles y religiosas. En un país donde la paz y la estabilidad siguen siendo problemas cruciales, el arzobispo Léonard Matebwe Lambalamba planteó preguntas esenciales sobre la legitimidad e inclusión de este proceso, destacando la necesidad de una representación adecuada de las diversas denominaciones religiosas. La complejidad de la situación particularmente marcada por tensiones históricas y fragmentos institucionales requiere una reflexión en profundidad sobre los mecanismos de diálogo y reconciliación. Este contexto cuestiona el papel de las instituciones religiosas, el peso de los mandatos oficiales y la forma en que las voces de todas las partes interesadas pueden ser escuchadas en una búsqueda colectiva de paz.
** El llamado a una reflexión colectiva sobre el pacto social por la paz en la DRC: el punto de vista del arzobispo Léonard Matebwe Lambalamba **

El 19 de mayo de 2025, el arzobispo Léonard Matebwe Lambalamba, presidente de la Orden Episcopal del Congo (OSEC), planteó un debate crucial al criticar firmemente la iniciativa de la iniciativa de la Conferencia Nacional Episcopal del Congo (Cenco) y la Iglesia de Cristo en Congo (ECC) relacionada con la creación de un PACT social para el Congo (DRC) (DRC). En el corazón de sus argumentos, una insistencia en la legitimidad y la inclusión de este proceso que, en sus ojos, presenta brechas significativas.

La RDC, un país rico en diversidad cultural y religiosa, se enfrenta a desafíos de larga data en asuntos de paz y estabilidad. Los conflictos persistentes, exacerbados por problemas históricos como la gobernanza, el acceso a los recursos y tensiones étnicas, enfatizan la importancia de adoptar un enfoque colectivo para la resolución de crisis. En este contexto, la iniciativa CENCO y ECC parece ser un intento loable, pero su éxito dependerá de la aceptación y el reconocimiento de todas las partes interesadas.

Léonard Matebwe, mientras reconoce los esfuerzos de sus colegas, cuestiona la legitimidad del proceso al afirmar que no ha recibido un mandato oficial del jefe de estado, Félix Tshisekedi, para llevar a cabo dicha iniciativa. Esta crítica destaca un problema esencial: el de la autoridad moral y los mandatos en un país donde las estructuras de poder a menudo pueden parecer fragmentadas. ¿Cuál es el papel de las instituciones religiosas en un proceso tan complejo como el de la paz, y cuáles son las implicaciones de su presencia o su ausencia en este diálogo?

El arzobispo también enfatizó que Cenco y ECC, a pesar de sus esfuerzos por realizar consultas, no han garantizado una representación adecuada de todas las confesiones religiosas. La observación que expresa plantea una pregunta más amplia sobre la inclusión en los procesos de diálogo y reconciliación. De hecho, ¿cómo construir una plataforma de diálogo que abarque todas las voces, incluidas las a menudo marginadas, sin comprometer la legitimidad de los esfuerzos realizados? En este sentido, la propuesta de Matebwe de confiar la recuperación del proceso de paz a una entidad percibida como neutral podría merecer ser explorada en profundidad.

Las afirmaciones del arzobispo, como «la guerra continúa, la gente muere», revelan una emergencia emocional que merece ser escuchada. Pero frente a esta desastrosa realidad, es esencial preguntarse si las intervenciones deberían ser rápidas y reflexivas. ¿Hay ejemplos de un proceso de paz exitoso que se han llevado a cabo para respetar a todas las partes y evitar fracturas sociales exacerbadas? ¿Qué lecciones podemos aprender de experiencias anteriores en la RDC y en otras partes del mundo?

En este debate, la propuesta de un Ministerio de Asuntos Religiosos, como sugiere Matebwe, nos invita a considerar el lugar de las instituciones religiosas en la esfera pública. Tal ministerio podría actuar como mediador, facilitando diálogos entre diferentes confesiones y permitiendo una comunicación más fluida con el estado. Sin embargo, esto plantea preocupaciones sobre el riesgo de politización de las religiones. ¿Cómo garantizar que este ministerio no se convierta en un instrumento de control, sino que realmente apoya la coexistencia pacífica y la diversidad religiosa dentro del país?

Para concluir, el cuestionamiento planteado por el arzobispo Léonard Matebwe Lambalamba requiere una profunda reflexión sobre los mecanismos de paz en la RDC. En un contexto tan complejo, el éxito de las iniciativas dependerá de la capacidad de las diferentes partes para escuchar y respetarse a sí mismos. Si bien el país está pasando por tiempos inciertos, es esencial que los líderes religiosos, políticos y comunitarios participen en una búsqueda común de la paz, integrando todos los votos y respetando los mandatos necesarios para la legitimidad de sus enfoques. El camino hacia la paz duradera está cubierto de dificultades, pero comienza por el deseo de unir fuerzas en lugar de dividirlas.

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