En el corazón de África occidental, Togo se enfrenta actualmente a una importante evolución de su sistema político. De hecho, los togoleses ya no podrán elegir directamente a su presidente, tras la adopción de una nueva constitución introducida por el partido gobernante. Este cambio marca una transición significativa hacia un sistema parlamentario.
Uno de los cambios clave introducidos por esta nueva constitución es que el Presidente de la República ahora será elegido por diputados para un mandato único de seis años. Además, se estableció un cargo de «presidente del consejo de ministros», que le otorga amplia autoridad y poder para gestionar los asuntos gubernamentales.
Este presidente del Consejo de Ministros será el líder del partido mayoritario durante las elecciones legislativas o el líder de la coalición ganadora. Los miembros del Parlamento serán elegidos por sufragio universal directo y secreto para un mandato renovable de seis años.
Estos cambios ciertamente plantean dudas entre los togoleses, particularmente en relación con la equidad y transparencia del proceso electoral. Además, el hecho de que la mayoría de los diputados que aprobaron la nueva constitución vieron expirar su mandato plantea dudas sobre la legitimidad de estas transformaciones.
La próxima votación parlamentaria, prevista para el 20 de abril, se celebrará al mismo tiempo que las elecciones regionales y contará con la participación de 4,2 millones de electores togoleses. Este cambio de sistema político marca una ruptura con la historia reciente del país, marcada durante mucho tiempo por el dominio de la familia Gnassingbe en el poder desde 1967.
Esta transición a un sistema político parlamentario representa un punto de inflexión para Togo, con importantes desafíos en términos de representatividad, gobernanza y legitimidad. Por tanto, las próximas elecciones serán cruciales para determinar el futuro político del país y la forma en que será gobernado en los próximos años.