La lucha contra el antisemitismo es una causa crucial en nuestro tiempo. Es fundamental comprender las raíces de este odio para combatirlo eficazmente. Como miembro de la generación de los años 60 en Inglaterra, crecí viendo las repercusiones del antisemitismo en mi familia y en la sociedad en general.
Mi madre, nacida en el barrio judío del East End de Londres, vivió en una época marcada por manifestaciones de la Unión Británica, que intimidaban a la comunidad judía. A los cuatro años, presenció la valiente Batalla de Cable Street, donde los antifascistas judíos resistieron a los fascistas.
El antisemitismo estaba arraigado en la sociedad británica, incluso en niveles altos, evidenciado por la falta de oposición de Winston Churchill al antisemitismo de Mussolini y Hitler. Estas experiencias forjaron mi identidad judía y fortalecieron mi determinación de luchar contra cualquier forma de odio basado en la etnia o religión.
Como judía, viví experiencias impactantes. Las historias de los supervivientes del Holocausto me concienciaron sobre la importancia de recordar el pasado para construir un futuro mejor. Sin embargo, también enfrenté estereotipos antisemitas y amenazas de violencia que me motivaron a combatir estas injusticias.
El apoyo a Israel ha sido tema de debates en la comunidad judía. El surgimiento del fascismo y el racismo en los 70 reforzó mi compromiso contra la discriminación y la opresión, participando en la lucha contra el apartheid sudafricano y la defensa de los derechos palestinos.
El compromiso político y la solidaridad internacional han sido motores de mi activismo, recordándonos la importancia de permanecer unidos contra la injusticia. En conclusión, es crucial reconocer las raíces históricas del antisemitismo y combatir toda forma de discriminación y odio para construir una sociedad basada en la tolerancia y el respeto mutuo. Nuestro futuro depende de ello.