La tensión aumenta en el Mar de China ante las recientes maniobras militares chinas cerca de la isla de Taiwán. Buques y aviones chinos rodearon Taiwán en represalia por el discurso del nuevo presidente Lai Ching-te, visto por Beijing como una señal de independencia para la isla.
Durante décadas, Taiwán ha vivido a la sombra de la amenaza china, debido a su conflicto territorial heredado de la guerra civil de 1949. China considera a Taiwán como una de sus provincias rebeldes y aspira a su reunificación antes de 2049, objetivo claramente declarado por el presidente. Xi Jinping en 2022.
El discurso de toma de posesión del presidente Lai Ching-te, a favor de la independencia de Taiwán, exacerbó las tensiones ya presentes. Por lo tanto, China respondió con manifestaciones militares, navegando hacia las aguas prohibidas de la isla y lanzando ejercicios bajo el nombre en clave «Joint Sword-2024A».
Más allá de la dimensión territorial, este enfrentamiento entre China y Taiwán tiene importantes implicaciones internacionales. Sólo unos pocos países mantienen relaciones diplomáticas formales con Taiwán, pero Estados Unidos sigue siendo un aliado valioso. De hecho, Joe Biden prometió defender Taiwán en caso de una invasión, y el Senado de Estados Unidos ha liberado importantes fondos para fortalecer la defensa de la isla.
Además de las cuestiones militares, Taiwán es un centro de la economía mundial. En particular, alberga TSMC, líder mundial en la fabricación de semiconductores, esenciales para numerosos sectores de actividad. Por lo tanto, un ataque chino a Taiwán tendría repercusiones dramáticas en las cadenas de producción globales.
En este contexto, Francia, aunque no participa directamente, sigue de cerca los acontecimientos en el Mar de China. Sus intereses en el Pacífico, en particular en Nueva Caledonia, la sitúan indirectamente en el centro de este enfrentamiento. El expansionismo chino y sus objetivos económicos y geopolíticos subrayan la importancia de las cuestiones regionales e internacionales vinculadas a este enfrentamiento en el Mar de China.
En conclusión, las tensiones entre China y Taiwán sacan a la luz un conflicto territorial latente durante mucho tiempo. Las cuestiones políticas, militares y económicas vinculadas a esta confrontación desafían a la comunidad internacional y subrayan la urgencia de encontrar soluciones diplomáticas para desactivar una crisis con consecuencias potencialmente devastadoras para la estabilidad regional y global.