Los escolares de Kivu del Norte se reunieron el 3 de junio para realizar el Examen Nacional de Fin de Estudios Primarios (ENAFEP) en un contexto particularmente delicado. De hecho, a pesar de los desafíos de seguridad que persisten en la región, cerca de 156.000 candidatos, entre ellos 78.357 niñas, acudieron a 552 centros examinadores para afrontar esta etapa crucial de su trayectoria educativa.
En zonas bajo ocupación del M23, como los territorios de Rutshuru, Masisi y Nyiragongo, las autoridades escolares tuvieron que tomar medidas excepcionales para garantizar el buen desarrollo de las pruebas. Los centros de pruebas han sido reubicados para permitir que los estudiantes finalistas en estas regiones eviten interrupciones y así evitar un año en blanco. Por ejemplo, en Rutshuru, un número impresionante de estudiantes finalistas respondió al llamado, con un aumento del 20% en el número de inscripciones, incluidos estudiantes desplazados de Kibumba y Rutshuru.
En el territorio de Nyiragongo participaron en ENAFEP más de 10.000 estudiantes finalistas, entre ellos 1.225 niños desplazados, según informó el jefe de la subprovincia educativa, Shukuru Kisuka. Sin embargo, es importante señalar los desafíos que estos jóvenes tuvieron que afrontar para prepararse para este examen, en condiciones muchas veces marcadas por la inseguridad.
Prisca Luanda, asesora del gobernador militar en materia de educación, destacó los obstáculos encontrados pero también los esfuerzos desplegados por las autoridades para que cada estudiante finalista pueda realizar su examen en las mejores condiciones posibles. El gobierno provincial de Kivu Norte cubrió todos los gastos relacionados con la realización de la ENAFEP y del examen estatal, brindando así alivio a los padres de los estudiantes que sufren las consecuencias de la guerra.
Esta movilización ejemplar de las autoridades educativas, así como de los estudiantes y sus familias, demuestra una voluntad inquebrantable de garantizar el acceso a la educación a pesar de las difíciles circunstancias. Es un testimonio conmovedor de resiliencia y compromiso con un futuro mejor para los jóvenes de Kivu del Norte, y demuestra que la educación sigue siendo una prioridad absoluta, incluso en tiempos de conflicto.