En el corazón de la provincia de Tshopo, una triste realidad golpea de lleno al sistema educativo: más de 2.179 estudiantes se vieron obligados a abandonar sus estudios y una decena de escuelas tuvieron que cerrar sus puertas en el municipio urbano-rural de Lubunga. Esta dramática situación surge del conflicto intercomunitario entre los Mbole y los Lengola, dejando atrás el alto precio del sacrificio de la educación.
Las alarmantes cifras reveladas por el Centro de Investigación Interdisciplinaria para el Desarrollo y la Educación de la Universidad de Kisangani (CRIDE) ponen de relieve la difícil situación de estos miles de niños privados de su derecho fundamental a la educación. Ante esta triste observación, investigadores, profesores, estudiantes y otros actores científicos del CRIDE se reunieron durante una emotiva jornada científica, con el fin de pensar en estrategias de emergencia que permitan a los estudiantes encontrar el camino de regreso a la escuela lo antes posible. año.
El director de estudios del Athénée de Kisangani, Rex Bongala, deplora las consecuencias devastadoras del conflicto armado en la educación de los niños, destacando el impacto devastador de los enfrentamientos mortales entre comunidades en conflicto. Escuelas abandonadas, aulas desiertas, niños obligados a huir de sus hogares: este es el triste panorama que está surgiendo y presagia un futuro oscuro para toda una generación.
En este contexto desolador, se vislumbra la urgencia de una intervención gubernamental. El profesor Dieudonné Kabudri pide al Estado congoleño que asuma plenamente sus responsabilidades en materia de educación, para no comprometer el futuro de estos niños inocentes, víctimas de un conflicto que los supera.
Ante esta tragedia educativa, la comunidad internacional no puede permanecer insensible. La educación, pilar esencial del desarrollo humano, debe contar con un apoyo incondicional para permitir que estos niños marcados por la guerra vuelvan a conectarse con la escuela, símbolo de esperanza y reconstrucción.
En este Día Internacional del Niño Africano, nuestro deber de solidaridad y compromiso con estas generaciones jóvenes sacrificadas es esencial. La educación, derecho intangible de todo niño, debe preservarse a toda costa, para ofrecer a estos niños marcados por la guerra la oportunidad de soñar con un futuro mejor, marcado por la paz y la prosperidad.