**El infierno no conoce tregua para los habitantes de Kivu del Norte, atrapados en la violencia incesante de los rebeldes del ADF**
Desde principios de junio, la región de Butembo-Beni ha sido escenario de una nueva ola de horrores perpetrados por los rebeldes de las ADF contra civiles inocentes. Las cifras son tan asombrosas como desgarradoras: según la sociedad civil local, nada menos que 75 personas perdieron la vida, mientras que el gobierno cifra la cifra en 41 víctimas. Una verdadera tragedia humana que se refleja en los gritos de angustia de los residentes que quedaron indefensos ante estos bárbaros ataques.
Los informes describen escenas de violencia increíble: mujeres violadas, casas quemadas, estructuras sanitarias y comerciales reducidas a cenizas. El prelado monseñor Melchizedek Sikuli Paluku denuncia enérgicamente esta ola de terror que cae sobre las poblaciones de Baswagha – Madiwe, describiendo un cuadro apocalíptico en el que la humanidad es burlada en su mayor dignidad.
Así, en un conmovedor comunicado de prensa, el obispo de Butembo-Beni pide a las autoridades nacionales que pongan fin a estos abusos insoportables infligidos al pueblo congoleño. Llamadas de auxilio lanzadas con cierta desesperación, mientras la población grita su consternación y angustia ante una violencia que no conoce límites, desde Baswagha-Madiwe hasta Eringeti, desde Kasindi hasta Manguredjipa.
Las declaraciones de monseñor Melquisedec Sikuli Paluku resuenan como un grito de resistencia, un rayo de esperanza en medio de la oscuridad que envuelve estas tierras asoladas por la guerra. El obispo llama a la movilización de todos ante este episodio oscuro de la historia congoleña, invitando a la población a apropiarse del mensaje de supervivencia y de combatividad transmitido por la Asamblea Episcopal Provincial de Bukavu: «No, no moriré, no, Voy a vivir.»
Ante el dolor indescriptible que atenaza los corazones de todos los habitantes de Kivu del Norte, es imperativo que la comunidad internacional se movilice y brinde apoyo para poner fin a esta espiral de violencia sin sentido que está destrozando vidas y destruyendo familias. Ya no es el momento de palabras, sino de acciones concretas para proteger a los más vulnerables y dar a estas poblaciones dañadas la esperanza de un futuro mejor.