Los peligros del calor para el cerebro: los riesgos poco conocidos de la fatshimetría

Fatshimetrie – La reciente tragedia de la muerte del famoso presentador de televisión y médico británico Michael Mosley mientras caminaba bajo temperaturas abrasadoras en la isla griega de Symi ha sacudido a la comunidad de viajes. Desafortunadamente, esta tragedia es sólo una más entre otras muertes y desapariciones de turistas en Grecia, ya que el país experimenta una intensa y temprana ola de calor en verano, con temperaturas que superan los 40 grados centígrados.

A la muerte de un turista holandés en la isla de Samos y a la de un turista estadounidense en Mathraki, una pequeña isla al oeste de Corfú, fueron seguidas de cerca por la desaparición de Albert Calibet, otro turista estadounidense, y de dos mujeres francesas en la isla de Sikinos. . Todas estas tragedias plantean dudas sobre los peligros que plantea el calor intenso durante actividades como el senderismo.

Las autoridades advierten sobre las consecuencias potencialmente mortales de las altas temperaturas. Según Petros Vassilakis, portavoz de la policía del sur del Egeo, entre estos incidentes está surgiendo una tendencia común: caminar con mucho calor.

Algunos científicos señalan que estos acontecimientos en Grecia ponen de relieve los efectos de las temperaturas extremas en el cuerpo y, más particularmente, en el cerebro. De hecho, el calor intenso puede causar confusión, perjudicar la capacidad de las personas para tomar decisiones e incluso afectar su percepción del riesgo.

A medida que el cambio climático alimenta olas de calor más largas y severas, los investigadores están trabajando para comprender cómo responderá nuestro cerebro a estas condiciones extremas.

El cerebro, al ser el centro de control del cuerpo, es fundamental para regular la temperatura interna. El hipotálamo, una pequeña estructura con forma de diamante, actúa como un termostato, orquestando una danza sutil para mantener la temperatura corporal en torno a los 37 grados centígrados. Cuando hace calor, el hipotálamo activa las glándulas sudoríparas y dilata los vasos sanguíneos para enfriar el cuerpo.

Sin embargo, el cerebro funciona de manera óptima dentro de un rango estrecho de temperaturas e incluso ligeras variaciones pueden afectarlo. Las investigaciones han demostrado que el aumento de calor puede provocar una disminución del flujo sanguíneo al cerebro, comprometiendo su función.

Kim Meidenbauer, neurocientífica de la Universidad Estatal de Washington, explica que las redes cerebrales que normalmente son responsables del pensamiento claro, la reflexión y la memoria pueden verse alteradas por el calor, lo que dificulta la toma de decisiones complejas. Además, un cambio en la percepción del riesgo asociado a una alteración de la función cognitiva puede tener graves consecuencias..

Si bien los científicos apenas están comenzando a comprender los múltiples impactos del calor en el cerebro, está claro que algunas personas son más vulnerables que otras. Los ancianos, los niños pequeños, las mujeres embarazadas y las personas con enfermedades preexistentes corren especial riesgo. Sin embargo, cualquier persona puede verse afectada por el calor extremo.

Es fundamental ser conscientes de los peligros potenciales relacionados con las altas temperaturas y adaptar nuestro comportamiento en consecuencia, especialmente durante las actividades al aire libre. Proteger nuestra salud mental tanto como nuestra salud física es esencial para prevenir este tipo de tragedias en el futuro.

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