En los últimos años, un movimiento creciente destaca los sistemas de conocimiento indígenas y nos invita a considerarlos como lugares de creación de significado y teorización. Este movimiento se enfrenta a varias cuestiones, en particular la cuestión de la memoria y los archivos en un contexto post-esclavitud, post-colonial y post-apartheid. ¿Qué queda cuando estos momentos históricos han provocado diversas formas de proyectos de borrado?
Asistimos a una normatividad abstracta que tiende a considerar la estética negra desde el punto de vista de la carencia y la fragmentación. Sin embargo, el nuevo álbum de Nduduzo Makhathini, titulado «uNomkhubulwane», ofrece una perspectiva diferente y allana el camino para una reconsideración de estas normatividades en los mundos negros.
Este álbum es parte de un proceso de investigación encaminado a restablecer las afinidades entre las prácticas sonoras y el ser. Explora estos vínculos a través de lo que llama «una repetición continua de ntusonicidades», concepto que podría convertirse en el título de un libro en preparación.
La idea general es comprender los sonidos en su significado cosmológico y utilizar la improvisación como un ritual continuo destinado a restaurar el antiguo sincretismo bantú entre la fisicalidad y la metafísica del ser.
En este contexto, la improvisación va de la mente (como fuente de inspiración) al cuerpo (práctica) y luego de regreso a la mente (en forma de texto sonoro). Este proceso constituye, según el artista, una repetición continua que aborda el sonido como resultado de la existencia en el mundo.
Este proceso de repetición no pretende alcanzar una finalidad, sino mantener un flujo constante. Nos permite considerar el fracaso como parte integral del proceso de la existencia.
Así, el estudio se convierte en el movimiento que impulsa la movilidad diaria –lo que el artista llama “caminar sabiendo”. No es un estudio en el sentido clásico, que congela el conocimiento en una especie de estancamiento, sino una práctica activa de escucha y percepción.
El artista se plantea entonces la pregunta: “¿Qué significa producir sonidos o improvisar en respuesta a lo que escuchamos?” Este enfoque también puede conducir al silencio, y ese es el punto.
Es fundamental considerar la improvisación como un arte que conecta las prácticas musicales con mundos metafísicos, planteando así la antigua cuestión del lenguaje en relación con la mente. Este enfoque puede verse como un intento de «dar forma a lo indecible y a lo inefable», una forma de protesta y una repetición de la existencia.
Al evocar las cosmologías bantúes, podemos situar el sonido en la institución mítica de uNomkhubulwane. En la mitología zulú, se dice que toda la creación surgió de los juncos, combinando las nociones de surgimiento y lugar de nacimiento.
Esta ruptura simbólica sugiere que toda creación proviene de una fuerza vital, lo que el artista llama ntu (un espíritu eterno). Esta concepción del tiempo y del ser genera una danza eterna entre los espíritus de los no nacidos, los vivos y los ancestros.
La introducción de uNomkhubulwane en la historia de la creación, como hija del creador, plantea la cuestión del género y sugiere que el creador era una fuerza sin género. Como madre de la creación y diosa mítica de la lluvia, regula la fertilidad y el equilibrio a través del lenguaje del agua.
Esta dimensión del agua como lenguaje es central en la obra de Nduduzo Makhathini, reflejando las múltiples facetas de este elemento, especialmente a través de la lluvia, las lágrimas o incluso el útero materno.
En conclusión, el álbum «uNomkhubulwane» ofrece una exploración rica y profunda de los vínculos entre las prácticas sonoras y la metafísica, al tiempo que forma parte de una reflexión sobre las cosmologías bantúes y el lugar del artista en este universo de creación y trascendencia.