Un nuevo episodio significativo acaba de encender la inestable región oriental de la República Democrática del Congo. De hecho, a pesar de la presencia de fuerzas ruandesas y de rebeldes del M23 apoyados por Ruanda en la provincia de Kivu del Norte, el Congo ha decidido no exigir la retirada de las fuerzas de paz de las Naciones Unidas.
La ministra de Asuntos Exteriores, Thérèse Kayikwamba Wagner, justificó esta decisión subrayando que la situación en el este del país no permitía actualmente la salida de las tropas internacionales.
Un informe de las Naciones Unidas reveló recientemente la presencia de entre 3.000 y 4.000 soldados ruandeses que luchan junto al ejército congoleño mientras supervisan las operaciones de los rebeldes del M23.
Al mismo tiempo, el ejército congoleño acusó a los rebeldes de violar un alto el fuego humanitario declarado por Estados Unidos. El presidente Félix Tshisekedi ya había exigido la salida de las fuerzas de paz en septiembre pasado, argumentando que se negaban a enfrentarse a los rebeldes. Las violentas protestas contra las bases de la MONUSCO en el este del Congo han costado muchas vidas.
En una primera fase se produjo la retirada completa de las fuerzas de paz de la provincia de Kivu del Sur en junio. Sin embargo, los rebeldes del M23 han intensificado recientemente su insurgencia en 2022, tomando el control de grandes zonas de Kivu del Norte y desplazando a alrededor de un millón de personas.
Los rebeldes afirman actuar para proteger a las comunidades tutsis del riesgo de genocidio. Esta situación crítica pone de relieve la urgencia de una acción internacional concertada para poner fin a la violencia en esta conflictiva región de África.