En este mundo en constante cambio, es fundamental priorizar la educación de los niños, independientemente de sus circunstancias. En el centro de Mambasa, en Ituri, cerca de 500 niños desplazados, que viven con familias de acogida, esperan con impaciencia poder volver a la escuela, a pesar de los desafíos que enfrentan.
Estos niños, de entre 6 y 17 años, tuvieron que huir de sus aldeas en las jefaturas de Babila Babombi y Bakwanza debido a los ataques de los rebeldes de las ADF. Para ellos, la escuela representa mucho más que un simple lugar de aprendizaje. Es un santuario, un refugio donde pueden encontrar algo parecido a la normalidad, a pesar de las difíciles circunstancias en las que se encuentran.
Los padres de estos niños desplazados, a menudo indigentes, lanzan un llamamiento urgente a las autoridades escolares para que acepten acoger a sus hijos. Para muchos, inscribirse en la escuela y comprar útiles escolares son desafíos insuperables. Destacan la precariedad en la que se encuentran y la vital importancia de la educación para el futuro de sus hijos.
El presidente del comité para los desplazados de las zonas de Mambasa, Justin Apekapo, expresa su profunda preocupación por el futuro de estos niños, en particular por los huérfanos que constituyen la mayoría de ellos. Pide al gobierno que tome medidas concretas para garantizar un entorno protector y restablecer la seguridad en las aldeas de origen de estos niños. Es fundamental ofrecerles la oportunidad de regresar a sus hogares y reconstruir sus vidas en un entorno seguro y estable.
El inicio del año escolar previsto para el lunes 2 de septiembre de 2024 es una oportunidad para que la comunidad internacional se movilice y apoye a estos niños desplazados en su búsqueda de educación y estabilidad. Es imperativo que todos los niños, independientemente de sus circunstancias, tengan acceso a la educación y puedan así construir un futuro mejor.
En última instancia, enviar a estos niños desplazados a la escuela no es sólo un acto de humanidad, sino también una inversión en un futuro mejor para toda la sociedad. Ellos son el futuro y es nuestra responsabilidad colectiva ofrecerles las herramientas necesarias para que puedan florecer plenamente, a pesar de las pruebas por las que han pasado.