El mundo enfrenta una emergencia climática sin precedentes y acciones concretas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero son más cruciales que nunca. La Agencia de Protección Ambiental (EPA) acaba de ultimar una de las pocas regulaciones climáticas que quedan de la administración Biden, destinada a combatir las fugas de metano, un potente gas de efecto invernadero con un impacto desproporcionado en el clima.
El metano, un gas inodoro e invisible, tiene un poder de calentamiento global más de 80 veces mayor que el del dióxido de carbono. El metano, producido principalmente por la industria del petróleo y el gas, contribuye significativamente al calentamiento global. Las concentraciones actuales de metano en la atmósfera son las más altas en al menos 800.000 años, según un grupo internacional de científicos.
Las nuevas regulaciones adoptadas por la EPA tienen como objetivo cobrar a los productores de petróleo y gas con altas emisiones un impuesto por el metano desperdiciado por encima de un cierto umbral, debido a fugas o combustión en la atmósfera, en lugar de capturarlo. Este impuesto de incentivo va acompañado de incentivos financieros para alentar a las empresas a reparar tuberías u otras infraestructuras defectuosas.
El impacto de esta regulación es significativo. Según la EPA, evitaría la liberación de 1,2 millones de toneladas métricas de metano a la atmósfera, el equivalente a retirar de las carreteras casi 8 millones de automóviles propulsados por gasolina durante un año.
Hay mucho en juego, ya que se necesitan medidas rápidas y decididas para limitar los efectos del cambio climático. La lucha contra las emisiones de gases de efecto invernadero es un paso esencial para preservar nuestro planeta y las generaciones futuras. La decisión de la EPA es un paso en la dirección correcta, pero es necesario hacer mucho más para lograr objetivos ambientales y climáticos a largo plazo.
Es imperativo que los gobiernos, las empresas y los ciudadanos trabajen juntos para implementar medidas efectivas de reducción de emisiones. Cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar en la construcción de un futuro más sostenible y respetuoso con el medio ambiente. Las medidas que se adopten hoy tendrán un impacto duradero en la salud de nuestro planeta y sus habitantes.