Fatshimetria
En el corazón de la COP29 que se desarrolla actualmente en Bakú, Azerbaiyán, la noticia candente proviene de Madagascar, donde la sociedad civil está dando un paso al frente para denunciar una situación alarmante. Mientras el gobierno malgache lucha por obtener el estatus de «país neutral en carbono» y fondos para apoyar esta loable iniciativa, los ciudadanos malgaches se levantan contra dos proyectos viales controvertidos: la autopista Tana-Tamatave y la Ruta del Sol. Estos proyectos, calificados de opacos y destructivos para el medio ambiente, son fuertemente criticados por los defensores de la biodiversidad.
En un comunicado de prensa conjunto firmado por más de 60 organizaciones de la sociedad civil malgaches, se señala al FMI por su papel en la amenaza a los bosques vitales de Madagascar. Si bien la institución internacional ha concedido un préstamo de 321 millones de dólares a Madagascar para financiar la resiliencia climática, los defensores del medio ambiente creen que las condiciones de la subvención son demasiado débiles. De hecho, estos fondos corren el riesgo de financiar proyectos viales que empeorarán la crisis climática en lugar de resolverla.
La indignación es palpable entre los activistas por la preservación del medio ambiente. Corrine Rahoeliarisoa, coordinadora nacional de la Coalición Nacional de Defensa del Medio Ambiente, denuncia una brecha flagrante entre los discursos internacionales de Madagascar y sus acciones sobre el terreno. Para Jean-Philippe Palasi, fundador de INDRI, la falta de consulta con la sociedad civil es preocupante. Advierte de las desastrosas consecuencias de la destrucción de los bosques primarios de Madagascar, ya amenazados por la sequía y la escasez de agua.
Los firmantes del comunicado de prensa piden a los donantes internacionales que reconsideren su apoyo financiero mientras no se garantice la protección de los bosques de Madagascar. Reconocen la necesidad de obtener fondos para combatir el cambio climático, pero insisten en la importancia de preservar el medio ambiente y la biodiversidad de la isla.
Frente a estas cuestiones cruciales, es imperativo que los responsables de la toma de decisiones internacionales tengan en cuenta las preocupaciones de la sociedad civil malgache y actúen a favor de una transición ecológica que respete el medio ambiente. El futuro de Madagascar y su biodiversidad depende de cómo se aborden colectivamente estos desafíos.