COP29 en Bakú: un acuerdo mixto ante la emergencia climática


El mundo se está desmoronando bajo el peso del cambio climático. Las naciones se reunieron en la COP29 en Bakú, llenas de esperanza y expectativas, pero se marcharon con un sabor amargo de decepción. Los países occidentales se han comprometido a aumentar la financiación para ayudar a los países en desarrollo a luchar contra los efectos devastadores del calentamiento global. Sin embargo, muchos representantes de los países más vulnerables consideraron que las cantidades prometidas eran en gran medida insuficientes.

El compromiso financiero anunciado, de aumentar de 100.000 millones de dólares al año a “al menos 300.000 millones de dólares” para 2035, ha sido criticado por su falta de ambición y claridad. Los delegados de África, Asia y Oceanía deploran la falta de voluntad de los países desarrollados para responder a las necesidades urgentes de las regiones más afectadas por el cambio climático.

Los pequeños estados insulares, amenazados de extinción por el aumento de las aguas, han expresado su frustración por lo que consideran una falta de responsabilidad por parte de las grandes potencias. Las medidas adoptadas para apoyar la adaptación a los fenómenos climáticos extremos y fomentar la transición hacia las energías renovables parecen insuficientes para responder a la urgencia de la situación.

Las reacciones de los representantes de los países desarrollados fueron mixtas. Mientras algunos acogen con satisfacción este acuerdo como un “paso importante” en la lucha contra el calentamiento global, otros lo consideran decepcionante y no está a la altura de los desafíos actuales. Francia, por su parte, cree que el texto final carece de visión y liderazgo, lo que pone de relieve la ausencia de ambición colectiva en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.

La COP29 en Bakú será recordada como una experiencia dolorosa para muchos participantes. Las luchas por la influencia, las tensiones geopolíticas y los intereses divergentes complicaron las negociaciones y llevaron a un compromiso poco entusiasta. Organizaciones de la sociedad civil y defensores del medio ambiente deploran la falta de firmeza de los gobiernos ante la emergencia climática.

Si bien el mundo esperaba medidas audaces y valientes para proteger nuestro planeta compartido, la COP29 en Bakú deja un regusto amargo. Los desafíos del cambio climático son inmensos y requieren una acción colectiva y decidida. Esperemos que las lecciones aprendidas en esta conferencia se utilicen para fortalecer la movilización internacional para salvar nuestro planeta en peligro.

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