¿Cómo le da vida al proyecto «Fecci Worma» a la masacre Thiaroye y cuestiona nuestra memoria colectiva?


### Una búsqueda de la memoria: Yves Monteil y el redescubrimiento de la masacre Thiaroye

Hace setenta y nueve años, tuvo lugar un drama humano e histórico en el suelo africano. El 1 de diciembre de 1944, en Thiaroye, una aldea cerca de Dakar, una tragedia marcó para siempre el recuerdo de los escaramuzadores senegaleses, mientras que estos soldados, regresaron de la Segunda Guerra Mundial, reclamaron con legitimidad el pago de sus ventas. Esta masacre orquestada por el ejército francés ha sido enterrada durante mucho tiempo en el limbo de la historia, pero el fotógrafo francés Yves Monteil eligió hacerlo visible, ochenta años después, a través de un proyecto que combina fotografía, cartografía y análisis histórico.

#### Redescubrir la historia a través del arte

La elección de Yves Monteil para revisar este doloroso capítulo de la historia colonial francesa por el prisma del arte constituye un acto real de la memoria. Este proyecto, que tomó forma en 2020 bajo el título «Fecci Worma», es una reapropiación de la historia por aquellos que han sido excluido sistemáticamente. Los escaramuzadores senegaleses, a menudo percibidos como simples figuras en una gran historia militar, son rehunizados aquí, devueltos a su dignidad por el ojo atento del fotógrafo.

La importancia de este trabajo no puede subestimarse. En la era de la postcolonización donde las lesiones permanecen animadas, Monteil no solo adopta un enfoque nostálgico; Crea un puente entre el pasado y el presente, destacando las consecuencias duraderas del colonialismo. Este trabajo es parte de un movimiento más amplio de cuestionamiento de relatos históricos tradicionales, que han minimizado o incluso han olvidado las contribuciones y sacrificios de los pueblos colonizados.

#### Sinestesia histórica: arte, cartografía y testimonio

Monteil no solo usa la fotografía como un simple medio de expresión; Lo combina con infografías y cartografías complejas para dar vida a una historia que a menudo se hace abstracta por libros y discursos académicos. Al superponer documentos de archivo con planes contemporáneos de Thiaroye, logró crear una representación visual que evoca choque y emoción. Este proceso de visualización se puede comparar con el mapeo de préstamos culturales en la música o en las artes, donde las influencias se cruzan y se mezclan, revelando capas de significado a menudo descuidadas en estudios más tradicionales.

Al reunir testimonios de descendientes, historiadores e incluso ex soldados, Monteil construye una pintura sensible y matizada, lo que nos permite comprender que la masacre Thiaroye no es un evento aislado, sino el reflejo de las continuas relaciones de poder. Estas entrevistas, asociadas con los retratos de los sobrevivientes, testifican una historia viva que merece ser escuchada.

#### Una memoria colectiva y sus obstáculos

El recuerdo de Thiaroye, como señala Monteil, todavía está salpicado de la oscuridad y la amnesia. Estudios recientes creen que casi 35,000 escaramuzadores senegaleses se han involucrado en el conflicto de la Segunda Guerra Mundial, pero la mayoría de las historias se han centrado en hechos militares simples, excluyendo historias personales y las consecuencias que estos soldados han sometido a su regreso. La masacre Thiaroye a menudo se ha mencionado en recuerdos colectivos, pero principalmente como un número en medio de una serie de eventos traumáticos, sin monitoreo o análisis en profundidad.

La colaboración con historiadores como Armelle Mabon acentúa esta dualidad entre el hecho histórico grosero y las repercusiones humanas, lo que hace que el libro de Monteil sea esencial en el paisaje contemporáneo de la investigación histórica. Llevar a cabo un trabajo de documentación tan sistemático es esencial, ya que no solo ayuda a mantener la memoria de aquellos que han sufrido, sino también para informar a las generaciones futuras. El gobierno senegalés, mediante el anuncio de excavaciones para establecer el número exacto de víctimas, muestra un deseo de volver a visitar esta historia que, durante mucho tiempo, ha sido despedida de la historia nacional.

#### Conclusión: una forma de reconciliación

Yves Monteil, a través de su apasionado trabajo, sigue el camino del deber de la memoria, con un enfoque que cumple con el arte, la historia y el compromiso cívico. Al hacerlo, revive una llama esencial de reflexión sobre la violencia colonial y sus repercusiones contemporáneas.

Al final, «Fecci Worma» no es simplemente una exposición fotográfica o un libro dedicado a la memoria de una masacre: es un llamado a la conciencia colectiva, la desmitificación de las historias olvidadas y la reconexión con un pasado que, incluso si es doloroso, inevitablemente merece ser aprendido para aclarar mejor nuestro futuro común. Los relatos de Thiaroye deben continuar diciendo, porque cada voz es una nota en la sinfonía caótica pero esencial de nuestra humanidad compartida. En un mundo donde tantas historias aún no tienen respuesta, es nuestra responsabilidad buscar y reclamar esta verdad.

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