“Luchando contra las patentes farmacéuticas: los países desfavorecidos toman la iniciativa para garantizar el acceso a medicamentos que salvan vidas”
La crisis pandémica de COVID-19 ha puesto de relieve las marcadas disparidades entre los países ricos y pobres en el acceso a las vacunas. A medida que los países ricos se apropiaron rápidamente de la mayoría de las dosis de vacunas, dejando poco espacio para los países pobres, la situación ha sido descrita como una “catástrofe moral” por la Organización Mundial de la Salud.
Ante esta realidad, algunas naciones, como Sudáfrica y Colombia, han decidido tomar cartas en el asunto y emprender una lucha más combativa contra los gigantes de la industria farmacéutica. Estos países desfavorecidos buscan garantizar un acceso asequible a medicamentos para el tratamiento de la tuberculosis, el VIH y otras enfermedades mortales.
Uno de los principales problemas se refiere al medicamento bedaquilina, utilizado para tratar formas de tuberculosis resistentes a los medicamentos. En Sudáfrica, donde la tuberculosis sigue siendo la principal causa de muerte, los activistas han denunciado los esfuerzos de Johnson & Johnson por proteger la patente del medicamento. Los pacientes de tuberculosis solicitaron al gobierno indio que exigiera la producción de genéricos más baratos y el gobierno finalmente permitió que se revocara la patente de J&J. Los gobiernos de Bielorrusia y Ucrania también escribieron a J&J pidiéndole que renunciara a sus patentes, pero con pocos resultados.
En julio, la patente de J&J sobre la bedaquilina expiró en Sudáfrica, pero la empresa logró extenderla hasta 2027, lo que enfureció a los activistas que la acusan de buscar únicamente ganancias. En respuesta, el gobierno sudafricano abrió una investigación sobre las políticas de precios de la empresa. Mientras que J&J cobraba unos 5.400 rands (282 dólares) por tratamiento en Sudáfrica, los países pobres que se beneficiaron del medicamento a través de la iniciativa mundial Alto a la Tuberculosis lo recibieron a la mitad de precio.
En septiembre, aproximadamente una semana después de que comenzara la investigación en Sudáfrica, J&J anunció que renunciaría a su patente en más de 130 países, permitiendo a los fabricantes de genéricos producir el medicamento. La medida sorprendió a muchos expertos, ya que la protección agresiva de las patentes se considera generalmente una «piedra angular» de la estrategia de las empresas farmacéuticas.
Colombia, por su parte, dijo el mes pasado que emitiría una licencia obligatoria para el medicamento contra el VIH dolutegravir sin el permiso del titular de la patente, Viiv Healthcare. Esta decisión obedece al pedido de más de 120 colectivos que llamaron al gobierno colombiano a ampliar el acceso a este medicamento recomendado por la OMS.. En Brasil, los activistas también están presionando a su gobierno para que adopte medidas similares.
Sin embargo, es importante destacar que todavía es necesario realizar muchos cambios antes de que los países desfavorecidos puedan producir sus propios medicamentos y vacunas. Antes de la pandemia de COVID-19, África producía menos del 1% de las vacunas del mundo, pero representaba más de la mitad de la demanda global, según Petro Terblanche, director ejecutivo de Afrigen Biologics. La empresa forma parte de un esfuerzo respaldado por la OMS para producir una vacuna COVID utilizando tecnología de ARNm, similar a la de las vacunas Pfizer y Moderna.
Terblanche estima que casi 14 millones de personas murieron de SIDA en África a finales de los años 1990 y principios de los años 2000, cuando los países no podían obtener los medicamentos necesarios. En ese momento, el gobierno de Nelson Mandela en Sudáfrica suspendió las patentes para permitir un acceso más amplio a los tratamientos del SIDA, lo que llevó a más de 30 fabricantes de medicamentos a presentar una demanda en 1998, en lo que se denominó “Mandela contra las grandes farmacéuticas”. Médicos Sin Fronteras lo calificó como un «desastre» de relaciones públicas para las compañías farmacéuticas, que finalmente retiraron las demandas en 2001.
Según Terblanche, la experiencia pasada de África durante la epidemia del VIH ha sido instructiva y muestra que los países ya no aceptarán que empresas privadas posean propiedad intelectual a expensas de vidas humanas. Espera ver cada vez más países luchando contra las patentes farmacéuticas en el futuro.
Sin embargo, es fundamental destacar que el cambio en las leyes de propiedad intelectual en Sudáfrica aún es insuficiente, lo que facilita a las empresas farmacéuticas adquirir patentes y ampliar su monopolio. A diferencia de muchos otros países en desarrollo, Sudáfrica no tiene una ley clara para impugnar una patente o una extensión de patente, dice la experta en salud Lynette Keneilwe Mabote-Eyde. Por tanto, esto constituye un obstáculo adicional para el acceso equitativo a tratamientos y vacunas.
Por lo tanto, es esencial adoptar medidas concertadas para garantizar no sólo medicamentos y vacunas asequibles, sino también sistemas de salud sólidos. Porque, en última instancia, si los medicamentos y las vacunas no llegan a quienes los necesitan, no servirán de nada. La lucha contra las patentes farmacéuticas es sólo el primer paso en el camino hacia una verdadera equidad en la salud mundial.