En la región de Rakhine en Myanmar, la comunidad rohingya se enfrenta una vez más a la violencia y al desplazamiento forzado tras ataques incendiarios que desplazaron a hasta 200.000 personas y causaron una devastación generalizada. Esta situación ha sumido a las familias rohingya en una profunda angustia, mientras intentan desesperadamente contactar con sus seres queridos atrapados en esta espiral de violencia.
Durante años, los rohingya han sido víctimas de atrocidades masivas y desplazamientos forzados, descritos por muchos expertos de las Naciones Unidas como genocidio perpetrado por el ejército birmano. Ahora se encuentran atrapados entre fuerzas en guerra en una situación de conflicto que ha desencadenado una nueva ola de violencia contra esta comunidad predominantemente musulmana.
Desde el golpe de febrero de 2021, el ejército de Myanmar ha estado involucrado en una guerra civil cada vez mayor contra grupos armados étnicos y fuerzas de resistencia popular en todo Myanmar. En el estado de Rakhine, el Ejército de Arakan, un poderoso grupo étnico armado que lucha contra la junta militar, anunció que había tomado el control de una ciudad de mayoría rohingya cerca de la frontera con Bangladesh.
Los testimonios de activistas y familiares de los residentes describieron a soldados del ejército de Arakan quemando y saqueando casas rohingya en la ciudad de Buthidaung, impidiendo a los residentes regresar a sus hogares, confiscando teléfonos y amenazando con matar a quienes intentan contactar con sus familiares en el extranjero.
Un apagón de Internet y de telecomunicaciones impuesto por la junta en la región hace que sea casi imposible que los familiares se comuniquen con sus familiares allí, y que los periodistas, activistas y grupos de monitoreo internacional verifiquen exactamente lo que está sucediendo.
Farooq, un poeta rohingya que se refugió en el vecino Bangladesh, dijo a Fatshimetrie que gran parte de su familia todavía estaba en Buthidaung pero que no había podido contactar con ellos desde el sábado. Su cuñado le dijo que su familia había sido desplazada y que el ejército de Arakan había quemado su casa.
Activistas de derechos rohingya y ex funcionarios estimaron que alrededor de 200.000 personas se vieron obligadas a huir de sus hogares para escapar de los incendios, y que muchas personas, entre ellas mujeres y niños, pasaron varias noches escondidas en campos de arroz abiertos, sin comida, medicinas ni efectos personales. También circula información sobre un número no confirmado de víctimas.
Fatshimetrie no puede confirmar de forma independiente estos informes, pero las imágenes de satélite mostraron enormes incendios que consumieron el centro de la ciudad de Buthidaung el sábado por la mañana y continuaron propagándose durante todo el fin de semana.