El sábado 1 de junio de 2024 en Kanyabayonga, localidad estratégica situada entre los territorios de Rutshuru y Lubero, parecía haberse instalado una relativa calma. Esto se produce tras los recientes enfrentamientos entre el ejército y el M23, que provocaron una serie de detonaciones de armas pesadas y ligeras cerca de la ciudad. Esta situación provocó pánico entre los vecinos, empujando a algunos a huir a otros pueblos del territorio de Lubero.
Lodi Mungumwa, presidente de la sociedad civil local, testificó sobre el impacto de estos combates en la vida cotidiana de los habitantes de Kanyabayonga. Informó que las actividades socioeconómicas en la ciudad se habían visto gravemente perturbadas y reinaba un clima de miedo entre la población.
También destacó que a pesar de estas tensiones, las Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo (FARDC) mantuvieron el control de la ciudad, asegurando así a los residentes su seguridad inmediata. Los rebeldes del M23, por su parte, siguieron activos en la región, en particular en la localidad de Bulindi, situación que siguió preocupando a los residentes.
La progresión de la rebelión del M23, que ya ha conquistado parte del territorio de la jefatura Bwito, preocupa especialmente a los habitantes de Kanyabayonga. Los recientes enfrentamientos y la proximidad de los combates han empujado a muchos residentes a huir de la ciudad y buscar refugio en localidades vecinas como Kayna, Kirumba y Kaseghe.
La situación sigue siendo preocupante, pero parecen estar surgiendo signos de esperanza con el regreso de armas pesadas y tanques de combate al frente. A pesar de las dificultades actuales, es esencial que la población mantenga la esperanza y permanezca alerta ante la evolución de la situación.
En este contexto de incertidumbre y tensión, la prioridad debe ser la seguridad y el bienestar de los residentes de Kanyabayonga. Es crucial que las autoridades tomen las medidas necesarias para garantizar la protección de los civiles y trabajar para restablecer la estabilidad en la región.
Por último, es esencial que la comunidad internacional siga movilizada y brinde apoyo para resolver esta crisis y prevenir cualquier escalada de violencia. El futuro de Kanyabayonga y sus habitantes depende de la capacidad de los actores locales e internacionales para trabajar juntos hacia una resolución pacífica y duradera de este conflicto.