Las llamas devoradoras que asolan Quito, capital de Ecuador, han sumido a sus habitantes en el horror y la desolación. El incendio, de una intensidad sin precedentes, obligó a los residentes a huir urgentemente de sus hogares, dejando atrás sus pertenencias reducidas a cenizas. María Sarango, una de las víctimas de este desastre, testifica con emoción de la trágica pérdida de su casa y de todas sus posesiones: «Tenía dos refrigeradores, estufas, bombonas de gas, camas, mesas de comedor, todo. Como ven, todo se convirtió en humo… Es terrible.» El impacto de esta catástrofe es aún más desgarrador para María, que destaca la dificultad de la evacuación, especialmente para su madre de 95 años, que tuvo que ser ayudada por la policía debido a su incapacidad para moverse.
Ante esta crítica situación, el presidente ecuatoriano Daniel Noboa interrumpió de manera urgente su participación en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York para regresar al país y coordinar las operaciones de ayuda. Las autoridades locales están desplegando importantes recursos para intentar controlar el incendio, movilizando a más de 200 bomberos y 65 vehículos, así como una treintena de camiones cisterna para suministrar agua a los equipos sobre el terreno.
Los efectos devastadores de este incendio se sienten más allá de las llamas, con una fuerte extensión de humo negro que envuelve varios barrios de Quito. Las consecuencias sobre la calidad del aire son tales que las autoridades han tomado la decisión de cerrar las escuelas y recomendar a la población permanecer en sus casas para evitar cualquier problema de salud relacionado con esta contaminación del aire.
Testimonios conmovedores evocan el terror experimentado por los habitantes, obligados a huir para escapar de la asfixia y las quemaduras. Margarita, residente en Quito, comparte su experiencia de evacuar para preservar su salud y la de su familia, destacando la intensidad de la situación que la obligó a huir de su hogar.
Ante este desastre de escala sin precedentes, las autoridades sospechan de un acto criminal y terrorista en el origen del incendio. La investigación está en marcha para identificar y aprehender a los responsables de esta violencia sin precedentes, que amenaza la seguridad de los ciudadanos así como la fauna y la flora de la región.
Esta tragedia ocurre en un contexto de grave sequía en Ecuador, lo que obligó a las autoridades a imponer cortes de energía en ciertas partes del país. El incendio fuera de control en Quito pone de relieve la vulnerabilidad de los ecosistemas a los riesgos ambientales exacerbados por las condiciones climáticas extremas.
En definitiva, la tragedia que azota a Quito revela la urgencia de actuar para prevenir este tipo de desastres y proteger a las poblaciones vulnerables.. La unidad y la solidaridad son esenciales para superar esta terrible experiencia colectiva y vislumbrar un futuro más seguro y resiliente frente a los desafíos de nuestro tiempo.