La isla de Ukerewe, la perla del lago Victoria, es escenario de una lucha diaria por la supervivencia de sus habitantes. Esta isla lacustre de 500 km², situada a 50 kilómetros de Mwanza, en Tanzania, está sumida en una crisis sin precedentes. Los pescadores, que alguna vez fueron dueños de las aguas ricas en peces que rodean la isla, ven amenazado su sustento por una preocupante disminución de las poblaciones de peces. Su vida diaria se ha convertido en una búsqueda incesante, pasando horas sobre las olas en busca de un recurso cada vez más escaso: el preciado “samaki”.
Pambano Boniface, pescador experimentado, da testimonio de la dramática evolución de su profesión: las redes se vacían, las capturas se vuelven escasas, la frustración crece. Las largas jornadas de trabajo ya no garantizan un modesto botín, sólo dos míseros kilos de pescado, a veces nada en absoluto. Esta situación pone en peligro toda la economía de la isla, que depende en gran medida de la pesca.
Para hacer frente a esta crisis, algunos pescadores, como Damien Simon, han decidido diversificar sus actividades lanzándose a la piscicultura. Una iniciativa valiente pero costosa, que no está al alcance de todos. El gobierno, aunque fomenta estas nuevas prácticas, no proporciona suficiente apoyo financiero, lo que deja a muchos pescadores sin una solución.
El cambio climático es otra amenaza que enfrentan el lago Victoria y sus habitantes. Las lluvias cada vez menos regulares y las inundaciones cada vez más frecuentes están alterando el frágil ecosistema del lago. Combinado con técnicas de pesca nocivas, como el uso de redes que capturan incluso a los juveniles, el cambio climático está aumentando la presión sobre las poblaciones de peces.
Ante este panorama sombrío, los pescadores de Ukerewe se ven obligados a repensar su futuro. Algunos están recurriendo a la agricultura, buscando una alternativa a la pesca que se ha vuelto demasiado incierta. Sin embargo, esta reconversión no está exenta de desafíos, porque los peligros climáticos también golpean al sector agrícola.
En este difícil contexto, el futuro parece sombrío para los pescadores de Ukerewe. La búsqueda de pescado, que alguna vez fue una fuente de sustento, se ha convertido en una batalla perdida. Las aguas del lago Victoria, alguna vez generosas, se están volviendo cada vez más tacañas. El futuro parece incierto, teñido de una preocupación palpable por la supervivencia de las comunidades que dependen de este recurso vital.
En 2024, el nivel del agua del lago Victoria alcanzará récords no vistos desde 1992, lo que demuestra la gravedad de la situación. La preservación de este frágil ecosistema y la implementación de prácticas sostenibles se convierten en imperativos absolutos para evitar una catástrofe ecológica y humana en Ukerewe.