El impacto del cambio climático en los países en desarrollo siempre ha sido una preocupación importante en las cumbres internacionales. La reciente cumbre COP29 celebrada en Bakú, Azerbaiyán, destacó las tensiones entre las naciones ricas y los países en desarrollo sobre el financiamiento climático.
Uno de los principales debates de la cumbre fue la propuesta de acuerdo climático que proporcionaría 250.000 millones de dólares en financiación de los países ricos a los países más pobres para 2035. Aunque esta suma es más del doble que el objetivo anterior de 100.000 millones de dólares al año fijado durante 15 años Hace poco, representa menos de una cuarta parte de la cantidad solicitada por los países en desarrollo más afectados por fenómenos climáticos extremos.
Los delegados de los países en desarrollo expresaron expresamente su decepción con esta propuesta, que se consideró insuficiente para satisfacer las necesidades y desafíos que enfrentan. Para algunos, es incluso un verdadero “puñetazo” en la cara, lo que demuestra una falta de consideración hacia las realidades climáticas que enfrentan.
Las conferencias sobre el clima como la COP29 son esenciales para que los países en desarrollo presionen a las naciones ricas para que asuman la responsabilidad de abordar el cambio climático. Sin embargo, la falta de transparencia y los retrasos en la presentación de las propuestas sembraron dudas entre las delegaciones y defensores del medio ambiente reunidos en Bakú.
Esta propuesta de financiación climática también plantea dudas sobre cómo se movilizarán y utilizarán los fondos. Los países ricos y los analistas sostienen que este dinero se utilizará principalmente para ayudar a los países en desarrollo a afrontar las consecuencias del cambio climático. Sin embargo, gran parte de estos fondos podrían traducirse en préstamos para países ya endeudados, ampliando aún más la brecha entre las naciones ricas y pobres.
En última instancia, está claro que se necesitan medidas concretas y un compromiso real de las naciones ricas para responder eficazmente a los desafíos climáticos que enfrenta el mundo. Los debates y negociaciones en la COP29 subrayan la urgencia de una acción colectiva y unida para preservar el planeta y garantizar un futuro sostenible para las generaciones futuras.