En Kisangani, se alza majestuosa la pequeña casa de Djemba Ismael, de 45 años, testigo de su éxito gracias al cultivo del maíz blanco. Originario de la provincia de Tshopo, Djemba vendió recientemente cinco toneladas de maíz a Dokas, un empresario local, como parte del Programa para el Desarrollo de Sabanas y Bosques Degradados (PSFD). Con gratitud, comparte: «Antes me contentaba con cultivar yuca y arroz, pero eso no era suficiente. Gracias al maíz blanco pude enviar a mis hijos a la escuela y finalmente construir esta casa que significa tanto para mí. »
El maíz blanco, introducido recientemente por Dokas con el apoyo del PSFD, ha impulsado una nueva dinámica agrícola en la región. Este modelo innovador combina el cultivo de maíz, un cultivo alimentario esencial, y el cultivo de cacao, un cultivo perenne de alto valor añadido. Así, los ingresos inmediatos generados por la venta de maíz blanco permitieron a los agricultores planificar a largo plazo. En sólo dos años, la fase piloto dio lugar a 450 toneladas de harina de maíz, procesadas localmente en una fábrica creada por Dokas. Esta producción local ha sustituido ventajosamente las costosas importaciones procedentes de Uganda y ahora abastece a los hogares de Kisangani con productos de calidad.
El impacto de este modelo es palpable y Djemba Ismael no es el único que se beneficia de él. Élysée Angbongi, otro agricultor de la región, subraya la importancia del apoyo técnico recibido: «Antes, nuestro método de cultivo era caótico. Ahora nos beneficiamos de semillas de calidad y de un seguimiento técnico regular por parte de los agrónomos del proyecto». Este enfoque colaborativo, que reúne a agricultores y empresarios en torno a alianzas productivas, promueve la creación de una cadena de valor local sólida y sostenible.
Desde el punto de vista económico, los resultados son innegables. Dokas pudo garantizar un mercado local instalando una unidad de procesamiento de sémola, haciendo que este producto fuera accesible a los habitantes de Kisangani a un precio razonable. Además, los subproductos de esta transformación, como el salvado de maíz, se utilizan en la ganadería, permitiendo así la completa valorización de los recursos agrícolas.
Este éxito no se limita a las fronteras de Kisangani. Dominique Kasimba, fundador de Dokas, prevé ampliar las superficies cultivadas a 1.000 hectáreas para aumentar la producción de maíz y cacao. Su objetivo es claro: abastecer el mercado de Kinshasa a través del río Congo, aprovechando así los reducidos costes de transporte para competir favorablemente con las importaciones. Con esta ampliación, Dokas espera producir hasta 3.000 toneladas de harina de maíz al año, abriendo nuevas perspectivas económicas para la región.
Este modelo, respaldado por subsidios específicos destinados a cubrir parte de los costos, empodera a los productores locales. “El PSFD no lo financia todo. Los agricultores también deben contribuir financieramente para asumir la propiedad del proyecto. Este enfoque garantiza la sostenibilidad de las actividades, incluso después de que finalice la financiación externa”, enfatiza Kasimba.
La combinación del maíz blanco con cultivos perennes como el cacao ofrece una respuesta tangible a los desafíos ambientales y económicos de la región. Al estabilizar las granjas, este modelo ayuda a limitar la deforestación y revalorizar tierras previamente degradadas. Los testimonios de los agricultores locales ponen de relieve este cambio de paradigma: “Antes, nos veíamos obligados a talar el bosque para cultivar. Hoy, gracias a nuevas prácticas, protegemos la naturaleza al tiempo que aseguramos nuestra subsistencia”.
Al apoyar a las comunidades agrícolas y al mismo tiempo impulsar la economía local, el PSFD y sus socios, como Dokas, están reinventando el papel de la agricultura en la provincia de Tshopo. Este modelo innovador podría servir de referencia para otras regiones de la República Democrática del Congo, ofreciendo así una verdadera hoja de ruta para el desarrollo rural sostenible.