El mes de octubre de 2024 estuvo marcado por una tendencia al alza en el índice de precios de los alimentos, según datos publicados recientemente por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Este aumento del 2% respecto al mes anterior demuestra una situación que debe seguirse de cerca: el índice alcanzó los 127,4 puntos, su nivel más alto desde abril de 2023.
Esta progresión afecta a casi todos los productos alimenticios, a excepción de la carne. Los aceites vegetales experimentaron el mayor crecimiento, con un asombroso aumento del 7,3%. Este importante aumento se explica en parte por la reducción esperada de las cosechas de palma en el Sudeste Asiático, particularmente en Indonesia y Malasia, así como de los cultivos de girasol y colza, esenciales para la industria petrolera.
Además, los productos lácteos también registraron un aumento del 1,9%, impulsados por la fuerte demanda de mantequilla y queso a pesar de la caída de la producción de leche en Europa. Estas fluctuaciones ponen de relieve la influencia de las condiciones climáticas y los hábitos de consumo en los mercados de alimentos.
También aumentaron significativamente los índices del azúcar y los cereales, con incrementos del 2,6% y el 0,9% respectivamente. El aumento de los precios del azúcar se atribuye en particular a las condiciones climáticas desfavorables en Brasil, el mayor productor de azúcar del mundo, donde la sequía está afectando los rendimientos de la caña de azúcar. En cuanto a los cereales, también se ven afectados por los riesgos climáticos en Rusia, Estados Unidos y Europa, lo que ejerce una presión adicional sobre los precios a escala mundial.
Según estimaciones de la FAO, se espera que la producción mundial de cereales disminuya ligeramente un 0,4% en 2024, alcanzando alrededor de 2.850 millones de toneladas. A pesar de esta disminución, el volumen se mantiene cerca de niveles récord. En concreto, se espera que la producción de maíz disminuya un 1,7%, hasta alrededor de 1.200 millones de toneladas, mientras que la producción de arroz y trigo aumente ligeramente, hasta alcanzar 538,9 millones de toneladas y 791 millones de toneladas, respectivamente.
Las existencias mundiales de cereales se estiman en alrededor de 889 millones de toneladas, aunque se espera que las exportaciones caigan un 3,9% para estabilizarse en 485 millones de toneladas.
Estos datos resaltan los desafíos que enfrenta el mercado mundial de alimentos, impulsado por condiciones climáticas extremas y una demanda cada vez mayor. Es fundamental seguir de cerca la evolución de esta situación para prevenir posibles consecuencias para la seguridad alimentaria mundial.
La necesidad de soluciones sostenibles y acciones concertadas para garantizar el suministro de alimentos a largo plazo no podría ser más apremiante. Los actores del sector, ya sean gubernamentales, privados o de la sociedad civil, deben colaborar para encontrar respuestas adecuadas a los desafíos contemporáneos y trabajar juntos para mejorar la seguridad alimentaria mundial.